EL MERCADO MUNICIPAL DE COATEPEC, VER., ING. MIGUEL REBOLLEDO.

 


Por Soledad García Morales

La historia del mercado municipal “Miguel Rebolledo Rivadeneyra” de Coatepec no puede contarse en unas cuantas líneas, pues su funcionamiento y posterior construcción abarca un largo proceso que se extiende a través de las décadas, incluso siglos; por ello, nos limitaremos a reseñar las actividades que consideramos más sobresalientes de este centro de abasto

 El ajetreo comercial debió comenzar después de que el pueblo fue congregado en el espacio actual, es decir en el siglo XVI. Cuando los frailes franciscanos, después de una ardua labor, lograron convencer a los naturales para que se reunieran en un espacio menos escabroso y más accesible que les permitiera no solo realizar las prácticas religiosas, sino cumplir las ordenanzas y demandas del gobierno novohispano en relación con la administración de los pueblos. De este modo, los primeros intercambios comerciales tendrían lugar en torno al recinto cívico - religioso enmarcado por las casas consistoriales y el templo de San Jerónimo, sitio a donde llegarían las personas provenientes de diferentes lugares de la comarca e incluso de geografías más apartadas para ofertar productos para el sustento cotidiano, aditamentos para bestias de carga y demás lo necesario para la vida familiar. Ese espacio de mercadeo conocido como tianguis, permaneció funcionando a lo largo del tiempo en torno a ese recinto que, en el siglo XIX, abarcó la mitad de lo que más tarde se denominaría jardín público, zona dedicada al esparcimiento y diversión de los lugareños, que servía además de división entre los recintos eclesiásticos y gubernamentales. 

Por muchos años ese sitio se mantuvo desempeñando esa función comercial y fue hasta casi para finalizar el siglo XIX cuando las autoridades cantonales y municipales, se empeñaron en adquirir un espacio dedicado exprofeso al comercio. Para entonces, la ciudad de Coatepec tenía 17, 125 habitantes y el cantón que, comprendía 8 municipios, sobresalía por su excelente y abundante producción de café, que se calculaba en 2,300,000 kilogramos, a los que se sumaba la caña de azúcar, tabaco, maíz, frijol, chile, yuca, purga de Xalapa, plátano, naranjas, peras y otra serie de comestibles y el ganado vacuno y caballar que se criaba en terrenos de las haciendas de Mahuixtlán y Tuzamapan, además de los productos piscícolas extraídos de sus ríos, truchas, bobos, mojarras y otros más.(1)

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