Juana Rivadeneyra de Bravo: un rol de vida diferente: propietaria y prestamista (1a. parte)




Actualmente en el Panteón Municipal de Coatepec existe una capilla en completo abandono, al igual que muchas otras, saqueadas y destruidas por maleantes que se han apoderado de valiosos tesoros decorativos de cobre, mármol, herrería y otros elementos que mostraban elegancia, distinción e incluso identificaban a los personajes que allí yacían. La capilla a la que nos referimos lució en otros tiempos: ornamentación y belleza,  reflejo de la bonaza familiar; pues perteneció a  la familia Bravo Rivadeneyra.

            Dentro de esa rama destacó la figura de Juana Rivadeneyra de Bravo, una mujer cuyo rol de vida fue una tanto diferente al patrón de la mayoría de las mujeres de su tiempo, acostumbradas a manejarse  dentro del ámbito del hogar y la familia, sin acceder a otros espacios dedicados exclusivamente a los varones. Se distinguió por ser mujer emprendedora: cabeza de familia, gran propietaria de tierras, bienes inmuebles y prestamista
            
     Conocemos que Juana Rivadeneyra nació  en la población de Teocelo en el año de 1845, etapa en la que México no acababa de conformarse como país y donde imperaba la inestabilidad política con sus graves repercusiones para la población. De aquí que, su niñez y juventud debió transcurrir en un escenario de revueltas intestinas, intervenciones extranjeras, facciones en disputa y otros tantos problemas. 
          
      Pero si bien esos problemas nacionales tenían repercusiones para la mayoría de las regiones; la familia Rivadeneyra gozaba de una posición acomodada con amplias relaciones entre la clase política de esos años, ya que los padres de Juana fueron José María Rivadeneyra y Anastacia Sánchez.