EL MURO DE LA VERGÜENZA...

 Finalizando la II Guerra Mundial, al derrotado Tercer Reich, los ganadores le dividieron su capital Berlín en cuatro zonas, que de inmediato invadieron. Poco tiempo después, la franceses, gringos y británicos, unieron sus respectivos sectores y formaron el Berlín Occidental, mientras que los soviéticos, muy chingones, se instalaron cómodamente en el Berlín Oriental. Cuatro años más tarde, en la misma línea, los mismos caones avilones, se repartieron todo el país, formando La República Federal de Alemania (Alemania occidental) y la República Democrática Alemana (Alemania Oriental), respectivamente.

Lo cierto es, que las codiciosas autoridades comunistas, bloquearon a través de su territorio (el Berlín del este), el acceso de productos occidentales, al propio Berlín Occidental. La intención de aquel embargo, era de que los berlineses del occidente, padecieran de hambre y con esa presión cedieran el control y el poder a los primeros.

Pero no contaban con la Divina Providencia de Don Harry Truman, que desde el Capitolio en Washington, diseñó un puente aéreo, para que a sus protegidos occidentales, en su vivir cotidiano, no les faltara casa, vestido y sustento. Esa acción con sus excelentes resultados, despertó los celos de los del Este, que viendo el confort y la libertad de la que gozaban sus hermanos del oeste, emprendieron un éxodo masivo, que a los comunistas esos movimientos nadita gustaron y un remedio habían de poner. 

Esa mañana del 13 de agosto, pero del año de 1961, los berlineses de ambos lados, despertaron con el ruido de las máquinas que manejaban los operadores para perforar la media calle y colocar postes que sostuvieran miles de metros de alambre de púas. Ahora nadie traspasaría la frontera de su propia ciudad y de su propia hermandad, produciendo que miles de familias se desintegraran. Ese inicio de la construcción del famoso MURO DE BERLÍN, acabó por convertirse en una tapia de hormigón armado, donde sin ningún escrúpulo y únicamente para demostrar un poderío, se invirtieron miles de recursos, causando la indignación del mundo entero. 

           La destrucción de este bien llamado MURO DE LA VERGÜENZA, era inminente; esas miles de familias tuvieron que esperar 28 años para volverse a abrazar. No era posible que la humanidad siguiera aceptando esos actos de infamia, ultraje y obscenidad. Ojalá que este suceso nunca se repita

          Amigos, la abuela lo repetía: “Ante la adversidad, la unidad”, destruyamos los muros que no nos dejan ver el horizonte.

          ¡Ánimo ingao...!

         Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz

      Ahí les manda esto el DJ, libertad, libertad...

        


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