Motuapan: germen de la insurgencia.
Tras emitirse el Grito de Dolores, los rumores sobre la insurgencia recorren el virreinato cual pólvora: encendiendo ánimos tanto a favor como en contra. A partir de esta conmoción, el posicionamiento político de ciertos niveles de gobierno no se hacen esperar: el ayuntamiento de Veracruz, el subdelegado de Xalapa y el cabildo de naturales de Orizaba reprueban el levantamiento armado y reiteran su "devoción" al monarca europeo.
En 1811, desde Motuapan, bajo el mando de "los Bello", se inician los asaltos armados contra las instituciones de Xico, Ixhuacan y Teocelo; en este último saqueado la real hacienda. La compañía portaba, como el mismísimo Miguel Hidalgo, un estandarte de la virgen de Guadalupe. Desde la entonces villa de Xalapa las tropas realistas se dirigen al sur ante la alarma. Al enfrentarse en Matacobatl, contra los alzados, son derrotados, replegándose a Coatepec. Para 1812 el movimiento había tomado los pueblos tanto al norte como al sur de la hoy capital del estado.
El cabildo xalapeño se veía asfixiado y, ante la negativa de Veracruz y Perote de brindar apoyo, organizó una pequeña fuerza militar para prevenir el asalto de la villa. Dispuestos en Coatepec y Xico, las tropas realistas no resistieron los embates insurgentes. Los militares no recuperaron Coatepec sino hasta la llegada de los refuerzos realistas. El sargento Antonio Fajardo dirigió las operaciones, saliendo victorioso en las batallas de El Grande y Las Lomas.
El intento por recuperar el orden a través de las armas fue contraproducente. La ruina económica se cernía sobre la demarcación, propagando el descontento por las instituciones y favoreciendo la perpetuación, y posterior éxito, del movimiento guerrillero.