Arnulfo R. Gómez, defensor de la revolución

 Por Soledad García y Jorge Vela

 

Fusilamiento de Arnulfo R. Gómez. Fotog. Arturo Flores, 1927.

En 1927 las disputas por el poder encendieron nuevamente la rebelión armada en el país. En junio de ese año aceptaron su candidatura presidencial, el general Francisco R. Serrano por el Partido Nacional Reformador; el general Arnulfo R. Gómez por el Partido Antirreeleccionista y el general Álvaro Obregón apoyado por el presidente Plutarco Elías Calles. La contienda avanzó de un modo turbulento y se precipitó en hechos lamentables. Serrano fue asesinado en Huitzilac, Morelos, y Gómez en Coatepec. Con ello, Obregón obtuvo pero una efímera victoria, pero Gómez alcanzó la honra perpetua como defensor de la democracia.

 

Inicios de un revolucionario

Arnulfo R. Gómez. INAH.
  

Arnulfo R. Gómez nació en Navojoa, Sonora, un 12 de diciembre de 1890. A la edad de 15 años, participó en la huelga de Cananea, gran lucha proletaria que aspiraba a mejores condiciones de trabajo y que fue brutalmente reprimida. Su oposición al régimen porfirista lo llevó a incorporarse a la lucha armada en 1910. Posteriormente combatió a Huerta y apoyó al carrancismo. Cuando Venustiano Carranza contravino el máximo principio revolucionario “sufragio efectivo, no reelección”, se adhirió al Plan de Agua Prieta en apoyo a Álvaro Obregón. De esta manera, pudo localizarse como un integrante fuerte del Grupo Sonora quien, además, poseía habilidades militares y políticas destacables. Su calidad de estratega y de militar modernizador, favorecieron la consolidación de una prestigiosa carrera que lo llevaría, en 1927, a ser candidato presidencial por el Partido Nacional Antirreeleccionista.




 

La turbulenta carrera presidencial

   La contienda electoral, que un principio parecía rendirse a él, tuvo un giro inesperado. En ese mismo año, el presidente Plutarco Elías Calles derogó el principio antirreeleccionista para favorecer a Álvaro Obregón, quien pretendía ocupar el ejecutivo federal en un segundo mandato. Con el apoyo oficial concedido Obregón, con sus adeptos dominando el congreso y con una gran fracción del ejército secundándole, el Jefe Máximo traicionaba el precepto que revolucionó a la nación 17 años atrás.

   A pesar de la inhóspita circunstancia, Gómez se negó a abandonar su candidatura. Conocía perfectamente las capacidades del estado mexicano y por ello aseveraba lo siguiente: “Sí nuestro voto sale burlado, no nos quedará más recurso que el [de] las armas”. Su determinación no solo era peligrosa, también era amenazante y, como alto mando del ejército mexicano, representaba un obstáculo para los objetivos callistas. A esta situación se sumó un revés político gestado desde el congreso: el 21 de septiembre de 1927, un grupo de diputados se proclamaron en contra de la reforma constitucional de Calles, ante lo cual, el panorama se recrudecía.

   Arnulfo no pudo ignorar todo lo acontecido y, en los días subsecuentes, se reunió con el Gral. Francisco R. Serrano, el tercer candidato presidencial, para analizar el escenario nacional. Ante las improbabilidades dentro del panorama electoral, los candidatos antirreeleccionistas dispusieron de un planteamiento extremo: realizar un golpe de estado. Tal movimiento tenía la intención de capturar al presidente Plutarco Elías Calles, al candidato Álvaro Obregón y al Secretario de Guerra Joaquín Amaro. Sin embargo, la escaramuza fue por demás contraproducente: Francisco Serrano fue capturado y ejecutado, mientras que Gómez fue perseguido. En retirada, Arnulfo se dirigió a la sierra veracruzana donde las vertientes orientales del Cofre de Perote le dieron amparo, residiendo con sus hombres en los bosques de Ayahualulco, donde el sonorense ganó simpatías entre los locales, quienes se adhirieron al movimiento.

    Escuadrones aéreos y terrestres, así como el Estado mayor presidencial, fueron desplegados en la región para capturarle. Tras meses de asedio, el 10 de octubre de 1927, el General José Gonzalo Escobar ejecutó un movimiento en la zona donde derrotó al antirreeleccionista, pero no pudo aprehenderlo. Hubo que esperar tres semanas para que las fuerzas federales tuvieran una nueva oportunidad: el 4 de noviembre, Gómez fue apresado junto con el general Silvano García Contreras y el capital Valerio Ruiz en inmediaciones de Teocelo e Ixhuacán, al parecer, mientras trataban de abandonar la zona. El ejército les trasladó por ferrocarril a la ciudad de Coatepec, donde se convocó a un juicio sumario en el hostal “La Estrella de Oro”.

 

Juicio en la Estrella de Oro

   Para testificar el acto, se pidió la presencia del notario público Patricio García y Sedas. El notario, en carta a sus familiares y para el caso de historiar el suceso, narró los acontecimientos de ese 5 de noviembre. En el documento citó que ese día, a las seis de la mañana, antes de ingresar al templo parroquial fue alcanzado por Sr. Cosme Rebolledo, Alcalde Municipal, y un militar, quienes le indicaron que se requería urgentemente su presencia en la Estrella de Oro. En el corredor de ese lugar, le fue presentado el Gral. Escobar que le manifestó que traía presos al Gral. Gómez y dos oficiales rebeldes, pidiéndole que le ayudara a redactar el expediente del Consejo de Guerra para juzgar a los aprehendidos. García y Sedas mencionó que accedió a esa petición “no obstante, que en mi conciencia estaba, que no sabía desempeñar esa comisión, por ignorar las leyes del procedimiento militar”. Después, escribió los datos relativos al lugar, fecha y hora del suceso y se procedió a integrar el consejo integrado por un acusador que fue el Gral. Escobar y “de cinco generales que fueron habilitados de Divisionarios”.

   “Desde la formación del personal del consejo hasta la Sentencia, el Gral. Escobar redactó el contenido del acta, en la que se decretó aplicar la pena capital al Gral. Gómez y a los dos oficiales que venían presos en su compañía, entre los cuales estaba un sobrino del primero. Yo insinué al Consejo, la conveniencia de tomar declaración a los procesados, pero tal indicación no fue tomada en cuenta, porque la parte acusadora dijo: que los presos, no podían negar que estaban levantados en rebelión y que fueron capturados con las armas en la mano. Ni la insinuación mía, ni las razones que se dieron para no aceptarla, se hicieron constar en el acta del Consejo de Guerra.”(García y Sedas, 1927)

 

   El notario explicó que no se le autorizó ningún testamento del Gral. Gómez, personaje a quien tampoco vio ese día, pues únicamente se le explicó que el preso venía en el caboose del tren que se encontraba estacionado frente a la Estrella de Oro.

    Otro de los personajes llevados para cubrir el acontecimiento fue el fotógrafo coatepecano Arturo Flores, que se encargó de tomar las impresiones del fusilamiento, fotografías de un hecho que se proyectaría a nivel nacional e internacional. Para los habitantes de Coatepec, ese acontecimiento quedó registrado en su memoria: las fotografías y a los orificios que en la pared del Panteón Municipal quedaron como testigos de ese acontecer. De esa forma, ese 5 de noviembre Coatepec figuró en la escena nacional tras el fusilamiento del candidato antirreleccionista Arnulfo R. Gómez.

 

Un triunfo efímero para Obregón y honra perpetua para Gómez

   Con la muerte de los contendientes, Álvaro Obregón salió triunfal en los comicios federales de 1928. Sin embargo, José de León Toral le arrebató la vida en el café “La Bombilla” antes de poder tomar posesión del cargo por lo que una nueva etapa de la política nacional germinó en ese momento.

   En el sitio del fusilamiento del Gral. Arnulfo R. Gómez, el ayuntamiento municipal de Coatepec, administración 1985-1988, colocó una esquela para conmemorar a los defensores de la democracia, revalorando así a estos héroes que lucharon por construir una mejor nación. El Ayuntamiento de Ayahualulco, por su parte, se enorgullece de ser bastión del antirreeleccionismo, conmemorando la batalla donde sus abuelos defendieron, junto al general, uno de los principios máximos del movimiento revolucionario.

   Durante muchas décadas, el nombre de Arnulfo R. Gómez se marginó de la historia. Su convicción no tuvo cabida en los libros de texto debido a la confrontación que manifestó contra el poder presidencial posrevolucionario. Sería en fechas recientes que los esfuerzos por difundir su lucha se incrementarían por parte de diversas instituciones y actores de la vida cultural coatepecana. Signatario del ideal no reelección, el General Gómez tiene un nicho importante en la historia regional.


Lápida en honor a Arnulfo R. Gómez. Fotog. Jorge Vela, 2020.